- Gilera Fuoco 500 LT. Precio y ficha técnica
Pues sí, el tiempo pasa volando. Pronto hará una década que Piaggio revolucionó el mundo de la moto al atreverse a poner en el mercado sus MP3, unos triciclos nunca vistos hasta entonces, que aportaron mucho a la seguridad activa (muy al contrario que aquellos infames «trikes» de dos ruedas traseras con eje rígido) y que han servido, gracias a una ayuda legal que llegó más tarde, para motorizar a muchos conductores de coche sin carné de moto gracias a la homologación compatible. De hecho, el éxito de ventas de los MP3 es algo sin precedentes, y en países como Francia sus ventas han llegado a representar más de la mitad de las matriculaciones de todas las motos... Son buenas noticias, no solo para la salud financiera del fabricante italiano, sino porque han servido para que muchas personas, hasta ese momento ajenas a las dos ruedas, se nos haya acercado mucho… aunque sea con otra rueda más.
Pero la ventaja de los MP3 es precisamente que se conducen, o pilotan, como una moto. No hay que dejarse engañar al verlos erguidos sin apoyo aparcados o detenidos en un semáforo, no son como un quad (muy afortunadamente) sino que en marcha pueden inclinar, de hecho es la única forma en que pueden trazar curvas, inclinando exactamente igual que una moto (y, si les dejas, también podrían caerse igual que una moto). Inclinan, pero al contar con el doble de pisada y por su particular sistema de suspensión, no tienen reacciones extrañas en el manillar y permiten pasar sobre suelos resbaladizos o frenar en terrenos desiguales con una seguridad que ni siquiera una moto con una buena horquilla y ABS pueden igualar. Los italianos no sólo acertaron con la idea, sobre todo la aplicaron de forma impecable.
Fuego
Como decía más arriba, Piaggio empezó por los MP3 de baja y mediana cilindrada (125 y 250) pero fue bajo la marca Gilera con la que se estrenó en cilindradas mayores. El Fuoco 500 extendió la revolución de los triciclos y atrajo a motoristas, poco seducidos hasta entonces por un scooter de 250 con sobrepeso (recordemos que la tercera rueda y todo lo que implica, suponen unos 50 kg extra). El Fuoco además aportaba, como su marca Gilera parece obligar, un aire mucho más deportivo, agresivo y hasta «campero» incluso, que claramente sí empezó a seducir a muchos motoristas que jamás hubieran pensado en optar por un vehículo como ése.
Fue otro caso de éxito, que sirvió para desarrollar la plataforma sobre la que poco después llegarían los MP3 400 y, más recientemente, 500. El momento clave para los triciclos de cilindrada mayor fue cuando se aprobó la compatibilidad con el carné de coche: solo hicieron falta dos retoques (ensancharlo ligeramente, retocar las luces y añadir un pedal de freno), y las personas que querían pasar a las «dos ruedas» sin tenerse que sacar el carné ya no estaban limitadas por las justitas prestaciones del motor 125, sino que se les abría otro mundo con estos 400 y 500.
Precisamente eso es lo que tiene de nuevo el Fuoco, que por eso recibe la coletilla LT («Large Thread» o Pisada Ancha): al contrario que el original (mantenido hasta hace un año) que solo podía llevarse con carné de moto, este Fuoco LT vale también para quien tenga carné de coche.
Viejo conocido
De hecho confieso que me ha sorprendido, al probarlo, encontrarme exactamente el mismo Fuoco que probamos hace ya ocho años, nada menos: el motor no lleva el control de tracción de los últimos propulsores italianos (no le vendría mal), no tiene frenos antibloqueo ABS ni en opción (siempre son bienvenidos) y no hay cambios en su diseño o componentes, más allá de la decoración. A cambio, eso sí, es la opción más asequible porque cuesta unos mil euros menos que los MP3 500 actuales (y unos 1.500 menos que los que sí tienen ABS).
El Fuoco tiene una carrocería más compacta que los MP3, sin «maletero» detrás: se levanta el asiento y hay un hueco no muy grande, en el que puede caber un casco integral y alguna cosa más. Para alguien como yo acostumbrado al hueco de un TMAX, me parece suficiente, pero para los estándares actuales es mejorable. Sí cuenta con un transportín o rejilla trasera que puede ser muy útil para llevar más cosas atadas (o un baúl, que no desentonará tanto como en otros modelos). Lo malo es que las dos ruedas frontales impiden contar con ninguna guantera delante, por eso me parece tan justito ese hueco.
Si seguimos repasando los aspectos prácticos del Fuoco, chocamos con la realidad de su diseño con casi una década: sin manetas regulables, con cuatro faros que solo se alumbran dos a dos (y lado a lado, o sea siempre es «vizco») o con el mismo cuadro de instrumentos que los primeros Nexus (con dos buenos indicadores de aguja y una pantalla digital central algo anodina). Lo peor es que su agresivo frontal implica una pantalla parabrisas indigna de tal nombre, pues a partir de 100-120 km/h el azote del viento es implacable, y no es sólo mala por incómoda, sino porque la aerodinámica también queda afectada.
Así y con viento de cara nos costará pasar de 140 km/h mientras que viento a favor superaremos los 160 km/h (indicados). Mis últimas palabras de crítica van dirigidas a la única novedad de esta moto: el pedal de freno. Ofrece muy poca potencia de frenado, afecta negativamente a cómo responden las manetas, impide poner el pie derecho cómodamente… un desastre vamos; por suerte, si nos olvidamos de él y usamos las manetas, los frenos sí son correctos.
Lo bueno es que tanto la puesta a punto del tren delantero biciclo como su motor siguen siendo excelentes. El motor en realidad fue muy nuevo en su momento: es la segunda evolución del MASTER 500 y el Fuoco fue el primero en montarlo (algo más de cilindrada, doble bujía y embrague mejorado). De hecho, este motor ya no ha recibido más evoluciones en todo este tiempo y lo han montado unos cuantos modelos… Bueno sí hay una cosa, el control de tracción, que como comenté más arriba el Fuoco no recibe, y es una pena porque con lo que empuja este motor, y el doble apoyo frontal, un anti-derrapaje sería bienvenido sobre suelo deslizante.
El tren delantero tampoco ha cambiado: los MP3 han recibido ruedas mayores (se pasó de 12 a 13 pulgadas), pero el Fuoco se ha quedado con las de 12 que ya tenía: no me importa, la verdad, porque es muy ágil (una vez superada la adaptación inicial por la fuerza que necesitas para mover estas motos de dos ruedas frontales) y mantiene una buena pisada a alta velocidad. A partir de unos 120 km/h las trazadas parecen algo nerviosas, pero cuando coges confianza ves que nunca va a peor, y sí permite modificar la trayectoria sobre la marcha.
Nunca he ocultado cuánto me gusta este tren delantero, es muy superior a los demás que han llegado después al mercado, y probando este Fuoco lo he recordado. Las suspensiones son, delante y detrás, algo duras y llegan a incomodar; es el precio a pagar por no perder agilidad, pues (con el cuidado de tener presente que llevamos dos ruedas delante) podremos colarnos entre coches en los peores atascos. Y hablando de precio, ése es sin duda su punto fuerte: recientemente ajustado a la baja gracias a no pagar el Impuesto de Matriculación (12 por ciento), la verdad es que por 7.424 euros y para «todos los públicos» (carné de moto o coche), es un chollo.
Conclusión
¿Por qué puede interesar ahora un Fuoco casi idéntico al de hace ocho años? Pues porque es notablemente más barato que un MP3 con el mismo motor, porque ofrece una estética mucho más deportiva, y porque es más ágil que ellos. Con la última rebaja en el precio, además, se queda a casi el mismo precio que un scooter «normal» de esta cilindrada, pero con la ventaja de su tren delantero, más seguro. Poderlo conducir sin carné de moto a ti quizás te dé igual, pero a la hora de venderlo te aseguro que no será lo mismo, aunque la penitencia por ello es un pedal de freno muy mal resuelto, por funcionalidad y por comodidad.